Mtro. David Monteagudo Sabaté
L.C.P. María del Carmen Cervantes Juárez
Introducción
En una ocasión, un trabajador que se desempeñaba de manera excelente en su puesto debía acceder a unos archivos difíciles de alcanzar para esta persona. Pese a su juventud, realizó un esfuerzo extraordinario, resollando y sintiéndose mal ante él mismo. Todo debido a un evidente sobrepeso. Al hacerle notar la situación, se le convenció de que cambiara algunos hábitos de vida.
El joven decidió ingresar en un gimnasio y ponerse en manos de un instructor, quien, diseñando un plan de ejercicio para empezar, le indicó una dieta de adelgazamiento. Al principio le costó trabajo seguirla, pero una vez acostumbrado, los resultados pronto se hicieron evidentes. La mejora en su autoestima y calidad de vida fue impresionante y se reflejó también en el quehacer diario en su actividad empresarial.
Relación entre la alimentación y una vida sana y productiva
Es de uso común la frase “somos lo que comemos” y, aunque suene exagerada, la influencia de una buena alimentación es esencial para nuestra calidad de vida; sin embargo, no es tan sencillo definir qué es una buena alimentación. Hoy por hoy recibimos multitud de mensajes que aconsejan o desaconsejan uno u otro tipo de alimento, incluso contradictorios. Esto nos hace dudar en ocasiones, ¿comer mucho pescado se encuentra relacionado con la ingesta de metales pesados y ello es nocivo para nuestra salud?, ¿unas verduras particulares han sido regadas con aguas contaminadas?, ¿cuál es el contenido calórico de una bebida azucarada?, ¿o la cantidad de colesterol que aporta un alimento grasoso?
Es imposible estar consciente continuamente de todas estas inquietudes, pero es conveniente tener en cuenta que de una buena alimentación va a depender, en gran medida, nuestra calidad de vida y la capacidad de realizar actividades, es decir, de ser útiles y productivos. Desde el punto de vista de la empresa, es importante tener en cuenta estas consideraciones y hacerlas extensivas a todo el equipo de trabajo. Ello repercutirá en la salud y bienestar físico de la plantilla y, por ende, en la mejora de nuestra producción y servicios.
Problemática laboral y la vida moderna
Aunque por regla general reconocemos los elementos básicos de una buena alimentación, en muchas ocasiones nos parece complicado cumplir con los mismos en el ajetreo de nuestra cotidianidad. Salimos sin desayunar de nuestro hogar debido a los enormes tiempos de traslado en nuestras grandes urbes. Por el camino decidimos comprar alimentos procesados en alguna tienda de conveniencia, o bien, consumimos en la calle algún alimento de última hora, preparado en condiciones de dudosa salubridad y casi seguro poco equilibrado en cuanto a las proporciones de nutrientes recomendadas en una buena dieta.
Si a esto aunamos el importante incremento de precios que muchos alimentos básicos y, en general, los productos agrícolas, ganaderos y procedentes de la actividad pesquera han sufrido, haciéndolos cada vez más inasequibles para muchos trabajadores, se evidencia que la calidad de la alimentación ha disminuido en los últimos años en perjuicio de elementos más naturales, como frutas, verduras y carnes. Los alimentos procesados no siempre han sustituido adecuadamente los nutrientes que nuestro organismo necesita.
Se suelen considerar seis tipos de nutrientes, necesarios para el correcto funcionamiento del cuerpo humano: proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas, sales minerales y agua. En realidad, los tres primeros aportan la energía que el cuerpo necesita, mientras que los siguientes son imprescindibles para cumplir con funciones específicas.1 Desafortunadamente, rara vez tenemos en cuenta estas necesidades a la hora de alimentarnos y nos cuesta reconocer las llamadas de atención que nuestro cuerpo nos hace en el momento en que nos desviamos en sus proporciones.
¿Qué deberíamos comer?
Para responder a esta pregunta sobre nuestra alimentación diaria se han ideado algunas simplificaciones como el plato del bien comer o la jarra del buen beber, que marcan algunas pautas sobre las proporciones en que debemos consumir distintos tipos de alimentos, de acuerdo con su composición nutrimental. También hay dietas especiales para distintos tipos de actividad, importantes a tener en cuenta en el ámbito laboral, porque la necesidad calórica para una actividad sedentaria, por ejemplo en una oficina promedio, es distinta de la que precisan para realizar trabajos más demandantes físicamente, como muchos relacionados con la construcción o el transporte de mercancías. Existen profesionales que nos pueden ayudar diseñando una dieta adecuada a nuestra situación particular.
En términos generales, el plato del bien comer2 es un esquema adaptado a las necesidades de la población mexicana que nos puede servir de guía para nuestra alimentación habitual. Se busca cambiar los patrones alimentarios por otros más adecuados y en el mismo se sugiere la combinación en una proporción aproximada de un tercio en todas nuestras comidas, de tres grupos de alimentos: cereales y tubérculos; verduras y frutas, en porciones similares; leguminosas y alimentos de origen animal. La alimentación correcta debe ser completa, equilibrada, suficiente para cada individuo, además de variada, higiénica y adecuada a gustos, costumbres y disponibilidad.3
A su vez, la jarra del buen beber es una propuesta a tener en cuenta en la ingesta de líquidos. En general, se recomienda que el agua y las bebidas no calóricas representen la parte más importante de nuestra hidratación diaria, en detrimento de refrescos y gas de sabor, que deberían ser consumidos de manera esporádica.4
Pros y contras de la comida bastante procesada
Una de las ventajas que nos ofrecen los alimentos altamente procesados, como pastelitos y dulces, bebidas azucaradas, sopas instantáneas y frituras es su asequibilidad, pues en efecto nos permiten salvar la situación en muchas ocasiones, ante la sensación de hambre que nos aqueja en distintos momentos de nuestra rutina laboral diaria. Ello nos da energía para poder seguir trabajando y, además, satisface nuestro antojo.
Aunque por regla general se suelen asumir las necesidades calóricas en todos los puestos de trabajo, en muchos casos tendemos a excederlas, lo cual conlleva a problemas de sobrepeso y el posible desarrollo de enfermedades relacionadas. Es bastante grave la desproporción de nutrientes, pues las dietas ricas en alimentos altamente procesados, cada vez más comunes, pueden incluir un exceso de grasas saturadas y azúcares, que se traducen, a mediano plazo, en un incremento de enfermedades como problemas circulatorios o diabetes y epidémicas en la actualidad. Aunque de manera natural estos alimentos procesados contienen pocas vitaminas, muchos fabricantes las añaden para mejorar su calidad nutricional.
Es importante aprender a leer las etiquetas de los alimentos procesados, los cuales deben informarnos de sus principales características, como las calorías que contienen y la proporción de éstas, que corresponde a proteínas, grasas de uno u otro tipo, azúcares, entre otros.5 Aparte, hay información directa de los componentes de los mismos, que nos puede dar alguna sorpresa: por ejemplo, un jamón puede contener mayor cantidad de calorías procedentes de carbohidratos, como almidón de maíz, que de las proteínas que esperaríamos en la carne de cerdo.
En definitiva, los alimentos muy procesados pueden resultarnos de utilidad esporádicamente, pero incurrimos en un error cuando los transformamos en la base de nuestra alimentación, porque a mediano plazo esta desproporción de nutrimentos resulta en problemas de sobrepeso y de salud.
Una rutina necesaria: la hora de la comida
Las empresas suelen considerar una hora o incluso dos para la comida durante el desarrollo de la jornada laboral. Aunque normalmente este tiempo es insuficiente para regresar a comer a nuestros hogares, casi siempre nos permite consumir nuestros alimentos de manera correcta. La comida debe reservar un tiempo suficiente cada día, que nos permita desconectar del trabajo para poder regresar al mismo, llenos de energía, saludables y efectivos a continuar nuestras tareas, más concentrados y creativos.
Hay distintas alternativas para tener una comida saludable. Los antojos pueden estar bien para un día en particular, por ejemplo en una ocasión semanal, pero resulta más conveniente consumir de manera regular una comida completa, como las ofrecidas por muchas fondas y restaurantes, o incluso la comida cocinada en nuestro hogar, si disponemos de la posibilidad de calentarla en el trabajo.
La elección de un establecimiento para comer adecuado a nuestras necesidades es cuestión de tiempo, distancia, confianza, gustos y economía. Debemos buscar ahí una comida equilibrada, con vegetales frescos y carnes, así como pescado de vez en cuando. La comida no debe ser sólo cuestión de preferencias personales, y debe tratar de variar en la semana; en su caso, podemos preferir guisos con menor cantidad de grasa y evitar el exceso de carbohidratos simples. Ello es particularmente importante si tenemos alguna enfermedad metabólica, al recordar la gran prevalencia de la obesidad y la diabetes en nuestro país. Mejorar nuestros hábitos alimentarios se refleja en un menor gasto en salud, una mayor productividad y una vida más feliz en el nivel individual, empresarial y nacional.
En busca de lo natural, hacia una vida mejor
Sin establecer ninguna regla fija, es importante que reconozcamos qué estamos comiendo, que observemos la higiene del establecimiento en el cual vamos a consumir regularmente nuestros alimentos, que tratemos de variar la dieta diariamente para incorporar los nutrientes necesarios, que observemos que se cumplen las reglas del plato del bien comer y la jarra del buen beber y que veamos nuestra alimentación como el sustento de nuestro cuerpo, para llevar a cabo las funciones que nuestro organismo requiere.
Desde el punto de vista de la empresa es posible establecer algunas medidas, dependiendo del tamaño de la misma, desde comedores comunitarios en pequeñas fábricas, con alimentos controlados accesibles, hasta una estancia con los elementos necesarios para que los trabajadores puedan calentar sus alimentos en oficinas pequeñas, incluso el reconocimiento de los lugares más apropiados en el entorno y la adaptación de los horarios de comida a estas necesidades en algún caso particular.
Finalmente, alguna plática sobre este asunto de vez en cuando, aunque se desarrolle de manera informal al compartir experiencias, debe ser tomada en cuenta como una posibilidad enriquecedora para todos, pues involucra elementos necesarios para el bienestar de la plantilla y para el funcionamiento de la empresa. Si con ello podemos prevenir enfermedades, compartir una cultura de salud y cuidado de nuestro cuerpo y obtener un mayor rendimiento de nosotros mismos la experiencia habrá valido la pena.
Conclusión
Aunque por lo general conocemos los principios básicos de una buena alimentación, las condiciones no siempre son las adecuadas y tendemos a desequilibrarla, por lo que es importante una ingesta adecuada de los distintos tipos de nutrientes, adaptada a nuestras necesidades, y el establecimiento de una rutina alimentaria. Desde la empresa podemos llevar a cabo sencillas acciones para fomentar buenos hábitos alimentarios, que condicionan en gran medida nuestra calidad de vida y nuestra capacidad de crear y producir, lo que se refleja en el resultado de nuestro trabajo.
Comer mejor no necesariamente es gastar más, sólo se requiere información, disciplina y ser consistentes en desarrollar nuevos hábitos, de ser necesario, logrando como resultado una mejor salud y motivación para realizar nuestro trabajo con mejor calidad.
Para la reflexión: |
1. ¿Consideras que tu nutrición diaria tiende a un exceso o deficiencia en alguno de los siguientes tipos de nutrientes? (en las opciones marcadas, anota a continuación si observas un exceso o deficiencia para cada tipo de nutriente).
a) Carbohidratos; b) Proteínas; c) Grasas; d) Vitaminas; e) Sales minerales, o f) Agua. 2. De acuerdo con las reflexiones del presente artículo, ¿dónde ves alguna posibilidad de mejora en tu alimentación habitual? a) Me salto comidas; b) No guardo las proporciones adecuadas de nutrientes en mi dieta; c) Ingiero un exceso de alimentos altamente procesados, o d) No respeto un horario habitual de comidas. 3. Desde las posibilidades de adaptación a tu vida laboral, ¿qué acciones citadas en el texto podrías emprender para mejorar tus hábitos alimentarios? a) Desayunar de modo adecuado antes de ir al trabajo; b) Cambiar la proporción de algunos nutrientes en la dieta (ver pregunta 1); c) Regularizar mi horario de comida; d) Buscar un lugar confiable para comer la mayoría de los días, o e) Traer comida cocinada en casa. |
Referencias bibliográficas
1 Miller, K. R. y J., Levine (2004), “Alimento y nutrición”, Biología, Pearson Prentice Hall. Upper Saddle River, pp. 971-977, Estados Unidos
2 Secretaría de Salud (23 de enero de 2006), Norma Oficial Mexicana NOM-043-SSA2-2005
3 http://www.promocion.salud.gob.mx/dgps/descargas1/programas/6_1_plato_bien_comer.pdf
4 http://www.gob.mx/salud/articulos/la-adecuada-hidratacion-del-cuerpo-ayuda-a-una-buena-salud
5 http://www.cofepris.gob.mx/MJ/Documents/Normas/051.pdf